Mirada 2018 tiene un país debutante, Nicaragua, con el espectáculo La Ciudad Vacía, de la compañía Teatro Justo Rufino Garay. La protagonista es una mexicana llamada Sofía, que vuelve al país esperando revivir los tiempos nostalgicos de la Revolución Sandinista, en 1979, pero se depara con una realidad distinta.
Uno de los líderes del Frente Sandinista de Liberación Nacional, que hizo la revolución, era Daniel Ortega, que gobernaría Nicaragua por primera vez de 1985 a 1990. Después de eso, volvió al poder en 2007 y no salió más, pues se reeligió dos veces. Actualmente, el presidente pasa por una situación delicada, pues una ola de violencia ha causado la muerte de unas 350 personas desde abril, cuando decretó una reforma de Seguridad social.
El Punto Digital tuvo la idea de establecer un diálogo entre la pieza, que será exhibida los días 9 y 10 de septiembre en el Teatro Guarany, y la situación actual de Nicaragua. Por eso, sigue abajo un relato hecho por el experimentado periodista, corresponsal de guerra y escritor estadounidense Jon Lee Anderson durante el seminario Jornalismo: As Novas Configurações do Quarto Poder (Periodismo: Las Nuevas Configuraciones del Cuarto Poder), realizado el mes pasado en el Sesc Vila Mariana, con organización del Sesc São Paulo y de la Revista Cult. La idea es ofrecer subsidios no sólo para el público que va a asistir al espectáculo, sino también para quien tiene interés en la cuestión compleja que enfrenta el país de Centroamérica.
"Cuando yo tenía entre 17 y 20 años, yo era muy susceptible a lo que ocurría en el mundo. Casi fui a luchar en dos países: Nicaragua y Zimbabue. Una chica y mi hermano me convencieron de no ir. En Nicaragua, yo lucharía al lado de Daniel Ortega. Y en Zimbabue, imaginen, al lado de Robert Mugabe. Pero, en el fondo, ellos eran secundarios, porque se trataba de luchar contra el mal. El régimen racista blanco de Zimbabue era un mal que necesitaba ser combatido, y yo quería hacerlo. Así como el Somoza, en Nicaragua, había un demonio que yo quería eliminar.
Con el paso del tiempo, después que tomaron el poder, Mugabe y Ortega se convirtieron en personas monstruosas. Ortega, cuando participa en la ONU u otra esfera internacional, tiene un discurso antiimperialista, en los mismos caminos de Cuba, Venezuela, etc. Pero en su país, tiene un pacto con el sector privado y con las alas más conservadoras de la Iglesia católica. Su familia tiene empresas y su esposa es vicepresidenta del país. Parece un personaje de dibujos animados. Utiliza 34 anillos y tiene el hábito de vestir cinco colores, porque eso “trae buena energía”. Todos los edificios públicos se pintan con estos cinco colores.
Ella tuvo 11 hijos, siete de ellos de Ortega. Todos tienen emisoras de radio y televisión, empresas de relaciones públicas, publicidad y afines. Ellos controlan cerca del 70 % de los medios del país. Uno de los hijos, que controla una empresa de inversiones extranjeras, es también tenor de ópera. Una vez, organizó en Managua una presentación de 'Rigoletto', del compositor Giuseppe Verdi. Trajo un director italiano, más de 100 actores italianos y un rumano. Su hermana, Camila Ortega, fue contratada para hacer el vestuario. Este es el Daniel Ortega 2.0, cuyo eslogan oficial de gobierno es 'Cristiano, socialista y solidario'.
Ellos viven en un búnker, una casa de la que se apropió de un hombre de negocios años atrás. Creo que todos los hijos y nietos viven allí, porque son odiados. Cuando salen de casa, es en un SUV plateado de Mercedes-Benz, que el propio Ortega dirige, con guardaespaldas delante y detrás.
Todos los líderes autoritarios cometen un gran error, que es empezar a creer en el propio poder. Ortega tenía un pacto con los conservadores, lo que era bueno para los negocios. Él era amable con el FMI y hasta con los estadounidenses, debido a las inversiones extranjeras, entonces lo dejaban tranquilo. No era un país estratégico. De la misma forma, no permitió la infiltración de los carteles de narcotráfico. Entonces, su situación era relativamente estable.
Mientras tanto, recibía 500 millones de dólares al año de Venezuela, en forma de petróleo subsidiado. Ahora, con Venezuela derrumbado, ese dinero no llega más. Entonces, en abril, él aumentó los impuestos que la población debe pagar para seguridad social. Grave error. La gente se enojó, salieron a las calles ¿y qué hizo él? En vez de atacarlas con agua, usó balas de verdad. Cuando usted mata a las personas, cuando esparce sangre, usted crea resistencia.
Cuando llegué, estaba tratando de deshacer las barricadas de los estudiantes y otros manifestantes con hombres enmascarados y armados. Los vi. Él los llama "autodefensa". Entonces, lo normal ahora en Nicaragua es que hombres enmascarados simplemente aparezcan, armados, y casi hacen lo que quieren. Pueden llevarte, y llevan. La gente está atrapada, hay procesos judiciales... Esto ocurre en una escala pequeña, pero es problemático. Y nada sucede porque existe una atmósfera política polarizada. El personal de la izquierda dice: "No puedo criticarlo porque es de nuestro equipo". Para la derecha, pasa desapercibido, porque Nicaragua ha dejado de ser un país estratégico. Es triste."
El espectáculo La Ciudad Vacía, con el Teatro Justo Rufino Garay, de Nicaragua, se celebra el domingo y el lunes, días 9 y 10, a las 19 h, en el Teatro Guarany. Lucero Millán, directora de teatro, actriz, profesora y promotora cultural, mexicana radicada en Nicaragua, participa en la mesa A Memória Presentificada: encontro de vozes e urgências (La Memoria presentificada: encuentro de voces y urgencias), también el día 10, a las 11 h.
Julio Adamor es periodista y coordina el Punto Digital Mirada 2018